martes, 4 de marzo de 2008

El Arca de Noé de las Plantas.

El pasado 26 de Febrero de 2008 aparecía esta increible a la vez que magnífica noticia que pretende asegurar la supervivencia de las especies frente al cambio climático y las catástrofes naturales. Se trata de una gran despensa excavada en una montaña a través de un tunel de 125 metros y que almacenará las semillas procedentes de innumerables países.



La Bóveda Global de Semillas de Svalbard, en el Círculo Polar Ártico, quedó oficialmente inaugurada en una ceremonia en la que se depositaron 100 millones de simientes que representan la colección esencial de la diversidad de semillas alimenticias que pueden encontrarse en todo el mundo. El primer ministro noruego, Jens Stoltenberg, y la premio Nobel de la Paz 2004, la activista keniana Wangari Maathai, fueron los encargados de colocar en su interior las primeras semillas, variedades de arroz de 104 países.

Se trata de una iniciativa oficial del Gobierno de Noruega al servicio del planeta denominada Global Crop Diversity Trust (Alianza para la Diversidad Global de los Cultivos), que tiene capacidad para nada menos que 2.000 millones de semillas, equivalente a 4,5 millones de muestras.
Situada cerca de Longyearbyen, en una isla del archipiélago noruego de Svalbard, la bóveda bautizada como Fin del mundo o Arca de Noé ha sido excavada a 130 metros de profundidad en una montaña de piedra arenisca, impermeable a la actividad volcánica, los terremotos, la radiación y la crecida del nivel del mar.
La bóveda acogerá semillas de cerca de noventa cultivos como la alfalfa, espárrago, judía, cebada, albahaca, acelga, zanahoria, lenteja, tomate, cebolla, patata, guisante, espinaca, trigo y arroz. Se trata de variedades poco frecuentes o tipos tradicionales producidos en países en desarrollo, excluyendo árboles frutales y plantas medicinales, así como organismos genéticamente modificados.
Sólo en caso de que todas las fuentes de semillas de ese tipo hayan sido destruidas o se hayan agotado podrán ser extraídas del almacén, a no ser que los países donantes -que son los propietarios de las simientes- así lo requieran.

Fuente: El País

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