Mi primer destino como profesor fue Valdemoro (allá por el año 2001). De esta ciudad yo conocía muy poco, tan sólo que tenía una academia de la Guardia Civil y el famoso dicho de cuando uno está en tierra de nadie, título de esta entrada.
Pues bien, allí pasé dos años muy buenos, primero en el IES Avalón y luego en el IES Villa de Valdemoro. Conocí a mucha buena gente de la que guardo muy buen recuerdo y con la que pasé muy buenos ratos. Pero sobre todo conocí a una persona que nunca voy a olvidar.
Cuando un licenciado de Matemáticas termina la carrera no está aún preparado para dar clase, sabes más que suficientes matemáticas para explicarles a los alumnos/as pero no tiene la experiencia para saber tratar con ellos, para controlarlos. Normalmente estos profesores noveles aprenden como se suele decir por el método de ensayo y error (si una cosa no sale, el próximo día no la hago), y a "base de palos", entiéndase bien (sin violencia), uno poco a poco y con el paso de los años va aprendiendo.
Pero este proceso en mi caso se agilizó gracias a personas como José Luis Rosa (maestro de Matemáticas, y natural del pueblo cacereño de Malpartida). Cuando yo llegué al IES Avalón él estaba en su penúltimo año antes de su jubilación, llevaba no se cuantos años dando clase y daba gusto hablar con él. Estaba como pez en el agua en el instituto. Yo había escuchado que la profesión de profesor quema mucho, que hay muchas depresiones. Pués él, todo lo contrario, disfrutaba enseñando matemáticas, charlando con sus compañeros, presumiendo de la floración de su querido valle del Jerte.
José Luis es una persona entrañable y con un corazón muy grande. Estaba en todo momento para echarte un cable, para explicarte todas las dudas (que cuando uno empieza son muchas), para animarte en esos días en las que las cosas no salían como yo quería, para salir a correr y hacernos un montón de kilómetros (tantos que terminamos haciendo dos medias maratones y la maratón de Madrid).
El año pasado me enteré que había estado bastante enfermo por algo que le había dado de repente. Pero mira, él es fuerte y gracias a Dios, está recuperándose bastante bien con la ayuda de su mujer y sus hijos. De echo, este año al empezar el curso me llamó por teléfono, le costaba trabajo hablar (ironía del destino para un profesor), me preguntó que que tal todo, si los niños que me habían tocado eran buenos, y sobre todo me dijo que les enseñara muchas matemáticas.
Desde aquí, te mando mucho ánimo José Luis, y sobre todo muchas gracias por todo lo que aprendí de ti.
Pues bien, allí pasé dos años muy buenos, primero en el IES Avalón y luego en el IES Villa de Valdemoro. Conocí a mucha buena gente de la que guardo muy buen recuerdo y con la que pasé muy buenos ratos. Pero sobre todo conocí a una persona que nunca voy a olvidar.
Cuando un licenciado de Matemáticas termina la carrera no está aún preparado para dar clase, sabes más que suficientes matemáticas para explicarles a los alumnos/as pero no tiene la experiencia para saber tratar con ellos, para controlarlos. Normalmente estos profesores noveles aprenden como se suele decir por el método de ensayo y error (si una cosa no sale, el próximo día no la hago), y a "base de palos", entiéndase bien (sin violencia), uno poco a poco y con el paso de los años va aprendiendo.
Pero este proceso en mi caso se agilizó gracias a personas como José Luis Rosa (maestro de Matemáticas, y natural del pueblo cacereño de Malpartida). Cuando yo llegué al IES Avalón él estaba en su penúltimo año antes de su jubilación, llevaba no se cuantos años dando clase y daba gusto hablar con él. Estaba como pez en el agua en el instituto. Yo había escuchado que la profesión de profesor quema mucho, que hay muchas depresiones. Pués él, todo lo contrario, disfrutaba enseñando matemáticas, charlando con sus compañeros, presumiendo de la floración de su querido valle del Jerte.
José Luis es una persona entrañable y con un corazón muy grande. Estaba en todo momento para echarte un cable, para explicarte todas las dudas (que cuando uno empieza son muchas), para animarte en esos días en las que las cosas no salían como yo quería, para salir a correr y hacernos un montón de kilómetros (tantos que terminamos haciendo dos medias maratones y la maratón de Madrid).
El año pasado me enteré que había estado bastante enfermo por algo que le había dado de repente. Pero mira, él es fuerte y gracias a Dios, está recuperándose bastante bien con la ayuda de su mujer y sus hijos. De echo, este año al empezar el curso me llamó por teléfono, le costaba trabajo hablar (ironía del destino para un profesor), me preguntó que que tal todo, si los niños que me habían tocado eran buenos, y sobre todo me dijo que les enseñara muchas matemáticas.
Desde aquí, te mando mucho ánimo José Luis, y sobre todo muchas gracias por todo lo que aprendí de ti.
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